Estoy sentado y humedecido mecido por mis calores
y las aguas traspasan mis oídos traslúcidos
No aprenderé las palabras que me están rozando
ni desliaré mi lengua de debajo de mis pisadas
Pienso seguir así hasta que el agua se alce
hasta que mi piel desprendida deje sueltos los ríos

(Vicente Aleixandre)



7 de febrero de 2010

Siento mi vida a cada paso.
En un abrazo infinito mi cuerpo, mi yo y la tierra se han unido en un pacto de sangre y fuego.
Los monstruosos días en que los árboles no podían cantar y las mariposas amarillas no existían, han pasado.
Esta noche entre el sol y la luna semi-desnuda he visto a los chopos cantar desafiando al cemento; he visto miles de mariposas amarillas danzar majestuosamente con el sonido del viento seductor.
Y he visto un hombre entre la muchedumbre, como un héroe griego luchando contra la viscosidad nauseabunda de las masas.
Y allí estaba yo, sentada entre los cadáveres urbanos respirando aún, como un arbusto atrapado por la hiedra.
Fue un encuentro vital.
Las luces de neón y los monstruos de ladrillo avanzaban hacia nosotros; pero logramos huir con las manos unidas.
Y entre los escombros encontramos un ser que emanaba soledad y ternura.
Y los tres con nuestros corazones sonrientes corrimos entre la niebla y llegamos a un mundo de cantos nuevos, de risas, de papeles de colores.
El silencio amante nos invadió y quedamos allí eternamente entre el olvido y el amor para sentir nuestras vidas.

(M. J. M.)

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