«Este vacío no es el hueco de un escenario, de un sitio en el que colocamos las cosas para mostrarlas y por ocupación del espacio organizamos acumulativamente una comunicación. Es el espacio de cualquier realidad en el que por desocupación formal hacemos un sitio incomunicado de todo, un silencio visual absoluto –suelto de todo–, habitable espiritualmente y de invencible protección.»
«Todos quieren decir algo, por ocupación, yo quiero no decir nada, dejar la huella, del vacío, de esto que uno no debe decir. Siempre pasa algo, en la obra de arte. Yo no quiero que pase nada. Solamente una desocupación pasa y algo ha ocupado un sitio vacío. [...] Meter una pala en el aire y sacar el aire físico, dejar un vacío, una trasestatua, un escenario no, una habitación para la función de nuestra alma, para que nuestra alma funcione con esa intimidad, con el aislamiento que en lo absoluto apetece al hombre vivir en las horas de mayor peligro o desamparo y cuando toda la confianza en las cosas de la vida se pierde.»
(Jorge Oteiza)
3 de febrero de 2012
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