Al aprender la lengua materna.. el niño recibe los planos sintácticos y semánticos para construir su mundo. Será su mirada la que se apropie de la realidad, pero dirigida por miradas ajenas y lejanas codificadas en la lengua. El niño sentirá sus sentimientos, pero los identificará y clasificará de acuerdo con el catálogo sentimental incluido en su idioma. Si el inconsciente es la vigencia del pasado olvidado, las palabras tienen su propio inconsciente y pueden ser psicoanalizadas. Un complejo sistema de preferencias y necesidades guió la evolución de las lenguas, y cada perfil fonético, forma sintáctica o parcelación semántica guardan la huella de aquellas distantes motivaciones que aún dirigen nuestro hablar. Cuando aprendemos una lengua asimilamos su inconsciente sin saberlo, trasegamos su biografía secreta, que se aloja en nosotros y nos habita.
(José Antonio Marina)
6 de agosto de 2010
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