Voy a mirar este terreno
lentamente, a recorrerlo con los ojos
y los pies
antes de edificar el primer muro,
como un paisaje virgen
lleno de densidad
y de peligros,
porque lo quiero recordar
cuando la casa me lo oculte,
porque no quiero confundirme
con la casa,
no voy a olvidar
este paisaje
ni cómo soy ahora,
dueño
de una amplitud,
de todo lo que tengo.
Mejor no tener casa
que estar en ella como un ciego.
Voy a quedarme aquí
despacio,
nativo y pobre,
viendo el terreno cómo es,
no imaginando nada,
ni un muro, ni un ladrillo,
a oírlo todo
hasta saber
dónde ha de doler menos
una casa,
dónde es mejor poner
la piedra del comienzo.
(Fabio Morábito)
13 de septiembre de 2010
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