26 de junio de 2013
Continuos hormigueos en el brazo izquierdo no me dejan disfrutar de la carrera de cada tarde. Estaba dejándolas en el kilómetro sexto ya que se hacía insoportable. Pues bien, he descubierto que estaba equivocado y que es a partir de ahí, cuando las endorfinas entran a chorro en el torrente sanguíneo, cuando deja de molestar. ¡Como para no estar enganchado!
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